THOMAS HÜBL

Nuestro mundo se basa en la intimidad colectiva

La curación individual es parte integrante de la curación colectiva: al ser testigos unos de otros, crecemos juntos.

Nuestra curación individual se magnifica cuando compartimos nuestras vulnerabilidades -nuestras emociones, narraciones y experiencias- en presencia de los demás. Nuestro testimonio encarnado potencia el poder curativo. Hoy en día, tenemos la urgente necesidad de alejarnos de los paradigmas occidentales basados en el hiperindividualismo, en los que se ha hecho demasiado hincapié en las últimas décadas. En los últimos años hemos asistido a un creciente interés por la curación colectiva, alimentado por nuestra conectividad tecnológica, que ha transformado nuestro mundo, bien utilizado, en una aldea global. Las reuniones virtuales nos permiten crear y desarrollar entornos de sanación social no vinculados a una ubicación física, lo que nos permite ampliar nuestra presencia en un espacio/tiempo no local. A medida que emergemos de este modo, nuestro aprendizaje colectivo crea una mayor intimidad colectiva.

Lo que se interpone en el camino hacia una conexión más profunda entre nosotros -como personas y como naciones- es la cantidad de traumas dentro y entre nuestras culturas y, por supuesto, dentro y entre nosotros como seres humanos. Sin embargo, para resolver nuestras crisis más desafiantes -desde la guerra hasta el clima o la pobreza- nuestros líderes deben centrarse en la colaboración global. Como ciudadanos, también podemos encontrar formas de trascender las fronteras que perpetúan la sensación de separación.

Campos de trauma colectivo

Grief

Nuestra energía vital más preciada está ligada a lo que puede percibirse como campos de trauma colectivo: matrices de energía que retienen firmemente el dolor de las acciones no resueltas del pasado. La energía que alimenta la exclusión, la polarización, los conflictos y los procesos recurrentes y no emergentes está congelada en estos campos. La verdadera naturaleza de esta energía, una vez descongelada, es la creatividad, la innovación y la relacionalidad. Para descongelar este potencial congelado, necesitamos una aceleración de los resultados de la curación, el crecimiento postraumático y una ampliación de nuestras perspectivas como humanidad para que podamos ver e innovar de verdad.

Interdependencia individual y colectiva

Sin darnos cuenta, a menudo nos percibimos a nosotros mismos como algo separado de nuestro entorno (estoy en el planeta frente a soy parte del planeta). También imaginamos que podemos controlar nuestros destinos y nuestras fortunas. Por supuesto, contribuimos a nuestro éxito en la vida, pero cada individuo sólo existe como parte de una red de relaciones interdependientes dentro de un ecosistema. Sólo existimos como relaciones; cuanto más fluidas y abiertas sean, mayor será nuestro estado de bienestar o salud. Cuando los aspectos de la relación entre el individuo y el ecosistema se separan, reducen o frenan, entra la enfermedad. Por eso, mantener un flujo de datos relacional saludable es crucial para la salud.

La belleza de un espacio colectivo es que es un espacio de testigos. Muchas de las atrocidades que se cometen en el mundo ocurren sin testigos. Las víctimas anhelan un espacio cálido y seguro donde por fin puedan ser vistas, que les devuelva su dignidad y sus derechos humanos. El testimonio encarnado aúna el cuidado, la visión y la sensibilidad. La capacidad de testimonio de un grupo es una poderosa baza curativa. Cuando trabajamos con un trauma derivado de una transgresión de la ética y los derechos humanos, la infracción ética y el daño deben salir a la superficie para integrarse finalmente en la red relacional y liberarse como aprendizaje postraumático. Al unirnos, nuestra inteligencia colectiva ayuda al sistema nervioso de la víctima que busca curación, integrando el dolor o el trauma. La parte escindida, separada o excluida se vuelve a conectar a la red de la vida. Para que este proceso se desarrolle, los espacios colectivos deben promover la seguridad, la calidez, la conexión auténtica y la resonancia.

Acoger el dolor del mundo

Graveyard

Cuando empezamos a acceder a los campos del trauma colectivo para iniciar juntos el proceso de curación, a menudo tomamos conciencia de aquellos que han fallecido, a menudo en circunstancias violentas. Su presencia puede ser palpable en el tejido social hasta que la transgresión ha sido reapropiada por los que viven, permitiendo que estas almas descansen en paz. A menudo, las sociedades intentan ocultar o apartar la mirada de este dolor colectivo, por lo que el proceso de integración se atasca. Apartar la mirada del dolor significa que no podemos estar presentes los unos con los otros; metafóricamente, estamos dispersos en el espacio y el tiempo.

Cuando nosotros, como humanidad, no estamos totalmente presentes en lo que está sucediendo ahora, y en lo que no se ha resuelto en el pasado, nos obsesionamos con mirar hacia delante. Nos hipnotiza la idea de construir o llegar a un mundo mejor en el futuro porque no podemos estar con el mundo tal y como está sucediendo ahora. Se trata de un importante mecanismo de defensa que nos ayuda a no sentir el dolor ni enfrentarnos a las transgresiones del pasado. Sin embargo, si no las examinamos conscientemente, seguiremos fragmentados y volveremos a traumatizarnos. La única forma de construir un mundo mejor es construirlo en este mundo. Tenemos que aprovechar cada momento para co-crear el mundo en el que queremos vivir en lugar de desear que ocurra mañana.

En un mundo traumatizado, la redención se produce más tarde: La mirada hacia el futuro es la encarnación que falta en el ahora, donde integramos el dolor en la presencia para recibir la bendición del futuro real, el mundo que descargamos juntos como y en presencia. La verdadera innovación siempre ocurre ahora.

Intelectualizar el mundo que no podemos sentir

Intellectualizing

Cuando iniciamos el proceso de curación colectiva, nos ponemos más en sintonía con la forma en que hemos inhibido el proceso evolutivo de la vida, causado por el trauma. El trauma suele inhibir el mecanismo de autocuración de individuos, equipos, organizaciones y culturas enteras. Tenemos que crear las capacidades necesarias para ser testigos de la fragmentación y el dolor para empezar a sanar. No se trata sólo de un proceso intelectual; es posible escribir una disertación sobre un tema sin haber presenciado una situación o un hecho histórico como un ser encarnado y completo. Una vez que tenemos una comprensión intelectual podemos decir “pero yo sé” y “yo sé que”. El conocimiento es importante, pero si no podemos sentir lo que sabemos, nos estamos perdiendo la esencia. De hecho, un mecanismo de defensa común en respuesta al trauma es intelectualizar nuestra percepción del mundo que no podemos sentir. El conocimiento sólo se convierte en sabiduría cuando aprendemos a encarnarlo.

La autenticidad es hablar de la vida

Sharing Healing

Convertirse en una oración viva significa que predicamos con el ejemplo, que nuestras acciones concuerdan con nuestras palabras, que la palabra y el estado interior de una persona son una misma cosa. Eso es una oración viva. Para encarnar plenamente la vida, tenemos que explorar nuestras lagunas interiores entre el hablar y el vivir. La autenticidad es la vida hablando; es la coherencia entre la mente, las emociones, el cuerpo y el espacio relacional de una persona.

Autenticidad no es igual a “ideal”. El mundo ideal que a menudo aspiramos a crear puede compartirse como una visión con los demás, pero suele ser una estrategia de defensa en respuesta al trauma. Esta visión del ideal nos da esperanza y motivación para seguir adelante, pero al mismo tiempo representa los aspectos de la vida que no podemos sentir. Necesitamos ideales para tener esperanza, que es importante para que la gente se estabilice en la vida que llevamos. Sin embargo, esta visión del país, la persona, la organización y el futuro ideales puede revelar la brecha entre nosotros mismos y el mundo en el que realmente vivimos.

World Eye

Cuando abrazamos el mundo real, el mundo tal y como es, aprovechamos los poderes de la innovación, la creatividad y el cambio radical. Percibir lo real sin filtros, a medida que integramos el trauma, se convierte en una fuerza catalizadora que nos lleva más allá de las construcciones limitantes del ideal. Dejamos de sentirnos frustrados y amargados porque nuestras buenas intenciones no parecen surtir efecto. Cuando accedemos a todo lo que es real, entramos en íntima conexión con lo que podríamos describir como la naturaleza amorosa y compasiva de lo “real”. Entramos más en contacto con el proceso de la vida, sin rehuir el dolor del mundo y las partes oscuras de la humanidad. Como líderes, activistas, empresarios, personas influyentes, agentes de cambio y sanadores, tenemos que aprender a albergar el mundo dentro de nosotros, no simplemente a arreglar un mundo “ahí fuera”. Cada vez que nos desencadenamos y tocamos nuestro trauma, externalizamos el mundo y nos proyectamos en él; no podemos permanecer relacionados y representar el mundo dentro de nosotros mismos, que es la base del amor y la compasión.

La sabiduría es el mundo que podemos albergar en nosotros mismos. Esto es el amor.

El amor es la única motivación que nos permite convertirnos en sanadores sociales, emprendedores y líderes de nuevos movimientos innovadores. El amor es el poder que nos permite cuidar del mundo. Es la base sobre la que descansa la transformación social. Como sanadores sociales y líderes tenemos que examinar nuestras motivaciones. Al hacerlo, descubrimos que lo que queremos cambiar fuera es lo que también hay que cambiar dentro. Cuanto más conscientes seamos de ello, más transformadoras serán nuestras acciones.

El trauma dice “Aquí, en el tiempo y en el espacio, no me conviene”

Trauma Field

La naturaleza de la respuesta al trauma es que nos salva de un dolor y una sobrecarga tremendos, y nos ayuda a sobrevivir a momentos increíblemente dolorosos de nuestras vidas. Esto también se aplica a nuestro proceso de apego y al desarrollo infantil. Esa respuesta es inteligente; no estar presente en este mundo, no percibir toda la gama de experiencias disponibles en nuestros cuerpos, en las relaciones y en los momentos de abuso o violencia es realmente importante. El trauma dice: “Aquí, en el espacio y el tiempo, no es bueno para mí”. Sin embargo, cuando la congelación se apodera de nosotros y se producen acciones repetitivas, también es importante observar que el dolor original ya no está sucediendo. “No estar aquí” es una cualidad muy extendida en nuestras culturas, ya que muchas personas, incluidos nuestros antepasados que han vivido guerras y otras fases dolorosas, no podían digerir situaciones abrumadoras.

Lo vemos también en los síntomas culturales de una comunidad, sociedad o nación. Sólo una parte de nuestra sociedad está sucediendo ahora, la otra parte es un bucle repetitivo del pasado, que existe en una dimensión diferente. Estos procesos no emergentes no tienen futuro hasta que son reapropiados conscientemente e integrados en el flujo de la vida. Partes de nuestra sociedad están perpetuamente atascadas como rehenes del pasado. Podemos llamar “no aquí, no ahora” a la fragmentación del espacio-tiempo. Una vez que creamos una conciencia cultural de esta compulsión hacia la repetición colectiva que se manifiesta como cuestiones políticas, ciclos de violencia, desigualdad, racismo, opresión, estructuras hegemónicas y más, podemos empezar a transformar la repetición en un flujo diferente. Entonces liberamos la cualidad circular y repetitiva de este ciclo, lo que provoca una actualización, un nuevo movimiento.

En la separación, sin esta conciencia y reconocimiento, el trauma no puede actualizarse.

Capacidades para la curación social

Como campo de energía y movimiento, la sanación social evoluciona a través del mundo interior de un individuo, en el espacio relacional entre individuos y en los “espacios nosotros” que creamos juntos, el interior social colectivo.

Capacidades individuales:

  • Autoconciencia
  • 3-sync (sincronización de mente, cuerpo y emociones)
  • Regulación del sistema nervioso
  • Enraizamiento y conciencia corporal
  • Voluntad de rastrear la propia interioridad y el propio proceso

Capacidades relacionales:

  • Disposición a dejar espacio para las zonas dolorosas del otro
  • Corregulación entre sistemas nerviosos
  • Disposición a reflejarse en otras personas, obtener perspectivas diferentes
  • Capacidad de asimilar y evaluar la retroalimentación
  • Voluntad de superar el aislamiento y compartir el propio proceso interior con los demás.

Nuestras capacidades:

  • Ser consciente del espacio colectivo
  • Percatarse de la atmósfera colectiva de un grupo, equipo, organización o cultura.
  • Desarrollar la capacidad de formar parte de un “nosotros”.
  • Ser testigo colectivo y encarnado
  • Escuchar y sintonizar con la resonancia como parte del “espacio nosotros”.

Compartir es generoso

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El poder de compartir nuestro proceso interior dentro de un grupo más grande es generoso, y escuchar a alguien que comparte su experiencia libremente en un grupo, mientras sintonizamos con esa persona, es un acto de generosidad. Juntos, creamos verdadera generosidad, el remedio para el trauma que se manifiesta como escasez.

Los espacios colectivos de sanación son el remedio contra el aislamiento, la soledad, la depresión y la desorientación que sufren muchas personas. Desde los adolescentes que se aíslan detrás de sus ordenadores hasta los ancianos en la última fase de su vida, la conexión con los demás es la clave de la salud. Disponer de una red relacional sana es esencial para prosperar.

Un espacio de sanación colectiva magnetiza la resonancia compartida que existe en presencia del grupo, ya que las personas perciben y sintonizan con quienes comparten. Compartir de este modo desmitifica la naturaleza aparentemente personal del problema y nos permite ver lo universal que es nuestro dolor, cómo compartimos los mismos retos que los demás. Cuando somos testigos de ello, nos resulta mucho más fácil compartir y experimentar juntos. La resonancia con lo que alguien comparte da a otras personas la oportunidad de aprender más sobre esa parte en sí mismas.

La atención y la energía que se manifiestan cuando muchas personas son testigos de la vulnerabilidad de una persona que comparte su experiencia añaden una enorme conciencia y poder curativo al proceso de esa persona. Sanar en comunidad es una situación beneficiosa para todos. A través del hiperindividualismo de las culturas occidentales creamos una burbuja aislada de sufrimiento que llamamos nuestros propios problemas. Sin embargo, cuando nos implicamos en la curación colectiva en espacios de grupo, queda claro en la conciencia intersubjetiva que existimos en una red de vida interconectada. Todo lo que está alineado con la inteligencia colectiva puede ser integrado, sanado, y conducirá a un mayor aprendizaje y a una expansión de la perspectiva.

Rituales de curación social

Healing Ritual

Aumentamos nuestra capacidad de curación colectiva cuando creamos espacios de contención que nos permiten reapropiarnos de nuestros legados culturales e históricos. Dentro de la complejidad necesaria para un cambio cultural profundo hoy en día, esto no es sólo una opción, es una necesidad. Este trabajo es fundamental si nos tomamos en serio la salud pública. La repetición de traumas en nuestro mundo crea un sufrimiento persistente y problemas de salud a los que tenemos que poner fin. Y podemos hacerlo. Tenemos que hacer un llamamiento a nuestros filántropos y otros financiadores para que apoyen el desarrollo de espacios de sanación colectiva donde facilitadores cualificados puedan ayudar a apoyar un proceso de integración del trauma. Somos nosotros quienes podemos cambiar y restaurar el pasado. No tenemos por qué seguir con la violencia doméstica, los abusos, los comportamientos racistas o la violencia estructural; no tenemos por qué seguir con la trata de seres humanos y la esclavitud sexual, con la creación de reyes multimillonarios y la pobreza devastadora en todo el mundo. No tenemos que seguir con nada de esto, porque sabemos cómo detener este círculo vicioso.

Es hora de cambiar, porque sabemos que podemos hacerlo.

Los rituales de curación social requieren la formación de espacios seguros que proporcionen:

  • Una intención
  • Un espacio relacional y comunitario
  • La capacidad de trabajar con el trauma colectivo de la cultura
  • Habilidades relacionales de exploración mutua y corregulación
  • La voluntad de explorar los aspectos dolorosos de nuestro pasado cultural
  • Capacidad de aprender unos de otros
  • Un espacio para integrar el pasado doloroso y explorar cómo eso nos ayuda a cambiar nuestras vidas en la actualidad

Thomas Hübl / Lori Shridhare

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