THOMAS HÜBL

La Crisis de Ucrania: Activar Nuestro Sistema Inmunitario Colectivo

Somos testigos contemporáneos. Porque sentimos podemos responder.

El pasado 6 de marzo, Thomas Hübl reunió a más de 6.000 personas de todo el mundo en un evento en directo para explorar cómo podemos activar nuestro sistema inmunitario colectivo para hacer frente a los retos de este momento. Como aspecto clave de esta exploración, mencionó la necesidad de encontrar prácticas personales, relacionales y colectivas que nos permitan seguir siendo testigos despiertos, capaces de responder como ciudadanos globales adultos a una crisis que nos pertenece a todos, y capaces de aprender lo necesario para crecer como comunidad global resiliente, capaz de prevenir futuras escaladas de violencia, y de hacerse cargo de otras crisis como el cambio climático, así como de nuestros retos evolutivos. Las siguientes líneas resumen algunas de las perlas y principios que nos ofreció en esta charla.

PRÁCTICA PERSONAL: ¿CÓMO ME SIENTO?

Me desperté por la mañana, sentí una sensación muy extraña en mi cuerpo, miré las noticias y me enteré de la invasión de Ucrania. Sentí un shock tremendo. Me afectó muy fuertemente, así que necesité una práctica para estar con la experiencia interior que estaba viviendo, para no reprimirla y poder digerirla.

Al principio de la charla, Thomas nos invitó a sentir cómo nos afecta esta situación física, emocional, y mentalmente. Ya sea que nos sintamos muy activados, adormecidos o indiferentes, cada experiencia es relevante. Si nos sentimos entumecidos o demasiado activados, no hay nada malo en ello. Esto sólo significa que la situación actual está resonando con mi experiencia biográfica, y/o la experiencia de mi comunidad y mis ancestros que aún está viva en mí. Tenemos que tomar esto en serio, pero sin que nos agobie. En lugar de minimizar, juzgar o negar nuestra experiencia, podemos encontrar formas de estar presentes en ella, para poder procesar la información no digerida que se encuentra más allá de la superficie, y cosechar el aprendizaje. Para ello, necesitamos prácticas y espacios relacionales que nos ayuden, ya sea a relacionarnos con nuestro entumecimiento, o a regular la intensidad de nuestra experiencia.

Para los que tenemos raíces en Alemania o Austria, muchos de nuestros abuelos libraron una guerra terrible en Rusia y causaron mucha traumatización, por lo que estamos intrínsecamente conectados a la situación actual. En del inconsciente colectivo, hay un campo de trauma a gran escala que nos conecta a todos. Así que las emociones, los sentimientos, e incluso el bloqueo y el decir “esto es demasiado para mí”, que es algo muy válido, es parte de mi experiencia actual a la que puedo traer conciencia.

En este momento cuando veo a muchas personas sufriendo puedo pensar “¿qué puedo hacer?”, y esto es muy importante, ver cómo podemos apoyar, pero al mismo tiempo, necesitamos considerar la experiencia interna que estamos viviendo y no verla como un obstáculo en el camino para actuar. Mucha gente cree que la forma en que sentimos es un obstáculo en el camino para actuar. Pero esto no es cierto. Permanecer en relación con nuestra experiencia, sea cual sea, nos proporciona la resonancia exacta que se necesita en este momento. Es la frontera de nuestro aprendizaje. Es nuestro camino para convertirnos en fuerzas sanadoras activas en la crisis global.

Cuando podemos crear un espacio personal para ser testigos despiertos, desarrollamos la capacidad de ponernos en el lugar de todos los que están conectados con la situación.

La polarización surge del trauma, de las experiencias que no hemos podido integrar. Las experiencias abrumadoras que hemos vivido en nuestra vida o que sufrieron nuestros antepasados, están vivas en nosotros como fragmentación, como separación. Para mantener nuestro sentido de integridad, los seres humanos hemos desarrollado la capacidad de fragmentarnos, de bloquear aquellas partes de la realidad que son demasiado para ser sentidas, pero aunque sea difícil, aunque la polarización sea más fácil, con la práctica podemos desarrollar la capacidad de tomar perspectiva, de dar espacio a nuestra experiencia, y a la experiencia de otras personas, y entrar en un espacio mutuo de colaboración y contribución.

Somos testigos contemporáneos. Porque sentimos podemos responder.

La capacidad de responder es un conjunto de habilidades internas. Es un desarrollo de competencias. Puedo reflexionar, digerir e integrar mi experiencia para sentir más, para poder responder con mayor sensibilidad a mi entorno.

PRÁCTICA RELACIONAL: ESCUCHAR Y COMPARTIR

Tener relaciones de apoyo con las que podamos hablar de estas cosas, ya sea con amigos o apoyo profesional, nos ayuda a procesar lo que emerge en nosotros. El poder de la escucha compasiva es muy importante en este momento. La escucha compasiva ayuda a las personas a las que escuchamos a regular sus sistemas nerviosos. Dos sistemas nerviosos pueden co-regular el estrés, pueden llevar al otro a un estado más relajado, de modo que podamos pasar realmente a la resolución de problemas.

La relaciones humanas son uno de los mejores remedios en situaciones fuertemente abrumadoras o traumáticas. Escuchar y compartir son muy poderosos.

PRÁCTICA COLECTIVA: FORTALECER NUESTRO SISTEMA INMUNOLÓGICO GLOBAL

Todavía no es de conocimiento generalizado lo profundo que el trauma colectivo subyace a nuestra sociedad, y la enorme necesidad que tenemos de procesos restaurativos colectivos. Lo que está ocurriendo ahora mismo en Ucrania es como una alerta roja. Una guerra como ésta es algo que se construyó a lo largo de muchos años. Se construyó a sí misma a partir del adormecimiento y la ausencia colectivos que condujeron a diversas decisiones que escalaron la situación hasta lo que vemos hoy. Ahora, como la situación se ha agravado tanto, tenemos que ocuparnos de las necesidades más vitales. Al mismo tiempo, tenemos que poner en marcha medidas para tratar el trauma colectivo que ha conducido hasta aquí.

Mucha gente dice que la historia se halla en el pasado. Yo diría que no. La historia integrada es presencia. Cada uno de nosotros está hecho de miles de años de historia integrada. La historia integrada es presencia, pero la historia no integrada, la historia que fue demasiado para sentir, demasiado dolorosa, que ha sido separada y pospuesta – hoy la llamamos trauma – esa historia es el pasado. Esa historia crea separación. Esa historia crea el nosotros contra ellos. La historia no integrada que está profundamente arraigada en muchos procesos de nuestra sociedad no está viva, pero nos afecta ahora en forma de conflictos cíclicos.

Cuando observamos la sociedad podemos discernir dos tipos de procesos diferentes:

  • Procesos emergentes, relacionales, creativos, innovadores y cálidos. Procesos en los que nos sentimos conectados, relacionados, en los que nos sentimos unos con otros.
  • Procesos no emergentes, repetitivos, no relacionados, distantes y fríos que son predecibles, y que suceden cíclicamente. Guerras recurrentes, conflictos, patrones colectivos.

Creo que tenemos que dejar de llamar a esto una sociedad. Enormes partes de nuestra sociedad viven en el pasado. Los procesos recurrentes viven en el pasado. Necesitamos un discernimiento mucho mayor de estos dos tipos de procesos, para saber cómo hacernos cargo.

Como hemos crecido en una sociedad tan traumatizada, hemos normalizado el trauma. Para nosotros, los conflictos repetitivos son “normales”. En realidad, tenemos que crear un reconocimiento mucho mayor de que la vida no es así. Así es la vida cuando está herida. Una vez que nombramos lo real, también podemos ocuparnos de lo real.

Para ocuparnos de las partes de la sociedad que viven en el pasado, necesitamos crear entornos colectivos de sanación para integrar nuestras experiencias no digeridas. ¿Qué significa integrar las experiencias? Significa aprender – un aprendizaje ético. En la capa de trauma de toda Europa hay muchas perlas de aprendizaje ético que aún están congeladas. Enormes heridas éticas relacionales, como el holocausto, aún no han sido restauradas. Al derretir las capas de trauma, eventualmente llegamos a la restauración de la relación. Llegamos al lugar de la transgresión original. Tenemos que integrar la transgresión original y cosechar esta perla como aprendizaje postraumático. De lo contrario, si no nos ocupamos de las perlas congeladas del aprendizaje ético que aún no hemos cosechado, no sabremos cómo tratar la inteligencia artificial, no sabremos cómo tratar las armas nucleares, no sabremos cómo tratar la ingeniería genética, porque no tenemos el refinamiento ético que necesitamos para el proceso innovador actual.

La sanación del trauma colectivo comienza con las experiencias que emergen en nosotros cuando vemos la situación actual, cuando sentimos la situación actual. Cuando el trauma colectivo en nosotros se activa, necesitamos espacios colectivos para integrarlo. Si no, vamos a reprimirlo, en forma de adormecimiento e indiferencia, o vamos a reaccionar ciegamente. En ambos casos favorecemos el conflicto actual. Si aprendemos a integrar tanto las capas de trauma latentes, como las activas en nosotros, dejamos de alimentar el campo de trauma colectivo.

El trauma crea ausencia, adormecimiento, indiferencia. Esto significa que no puedo sentirte, o que puedo sentirte parcialmente. En la ausencia, se construye la escalación o la recurrencia del conflicto, y esto lleva a conflictos explosivos. Por lo tanto, es imperativo que diseñemos procesos de integración colectiva para nuestras heridas colectivas. Necesitamos aprender unos de otros, para crear integración, para crear culturas resilientes que puedan participar en la colaboración colectiva que se necesita en este momento.

Nuestro sistema inmunológico global es la capacidad de resonancia en cada uno de nosotros, y la capacidad de lidiar con los aspectos reactivos que son residuos de traumas personales, ancestrales y colectivos que aun viven en nosotros.

El sistema inmunológico global es donde todos nos sentimos llamados a contribuir, hasta que tal vez un día, el mundo entero se levante cuando veamos un conflicto en algún lugar del mundo y responda. Cuantos más seamos los que respondamos, más poder tendremos, por un lado, para ocuparnos prácticamente de los conflictos, pero también para ni siquiera dejarlos emerger, porque rompemos los ciclos de recurrencia antes de que se manifiesten.

Todos somos parte de esta crisis. No sólo está ocurriendo allá. Todos somos parte de esta situación. Como testigos contemporáneos, podemos crear un campo de resonancia colectivo donde presenciar y sentir nuestra propia experiencia, y porque sentimos, podemos responder.

Todos tenemos la oportunidad de cosechar el poder, primero para encontrarnos y resolver esta situación como un mundo unido, pero mientras hacemos esto, y después, para tener un cambio drástico en cómo nos relacionamos con el residuo de las viejas heridas y la restauración que aún no ha ocurrido. Este es nuestro llamado. Vivimos en una época en la que necesitamos y podemos crear culturas más resilientes mediante procesos de integración.

DE LA ESCASEZ A LA GENEROSIDAD

El trauma se basa en la escasez. En el trauma, siempre hay carencia de algo. Por eso en la crisis necesitamos generosidad. Si en la crisis la solución es difícil de ver, al menos podemos ver el siguiente paso. Podemos dar el siguiente paso, y luego ver el siguiente paso, y así creamos un camino. Así que necesitamos responsabilidad, generosidad y el siguiente paso.

Entonces, ¿cuál es el siguiente paso en la crisis actual para ti?
¿Qué puedes hacer o aportar como siguiente paso?

Lo que esté en tu campo de influencia, no importa lo pequeño que sea el paso, o lo grande que sea, todos podemos dar algo. Juntos somos una orquesta. Al dar estamos creando coherencia colectiva. La hospitalidad, la generosidad y la participación se convierten en remedios en tiempos de crisis.

Gracias por leer y sentir con nosotros.

Thomas Hübl, editado por Giselle Charbonnier
Updated: Mar 26, 2022

El artículo apareció por primera vez aquí en el blog de Giselles

El blog completo en español de Giselle Charbonnier

Categorías